Vivo la paz.


Jehová Shalom, es el Señor es paz.
          El último par semanas he vivido día con día con un mensaje de paz, no es uno que he enseñado a los demás sino más bien uno que yo mismo he estado viviendo. Esta mañana cuando revisaba facebook descubrí que hoy se trataba del día mundial de la paz, la noche  anterior durante nuestra reunión de jueves en la noche Dios había tocado mi corazón con una canción que me había estado ayudando toda la semana a seguir adelante, P E A C E de Hillsong Young & Free más que una canción para luchar contra la ansiedad como tal me había estado ayudando a mantener la calma y confiar en que todo estaba en manos del Señor, tanto mis planes  y problemas presentes como los futuros,  la paz del Señor me ayuda a controlar mis emociones y más, como un súper poder.   
         Por eso quise reflexionar sobre que era verdaderamente la paz, y si el significado de la palabra usada en el mundo era el mismo en el que yo pienso sobre la paz, que relaciono enteramente con Jesús. La paz que el Señor trae va más a allá de que dos rivales se den una falsa sonrisa o se tomen las manos, la paz visible y superficial que se busca no es ni un poco parecida a la paz que Dios promete para cada uno, una que más allá de lo visible es imposible de comprender, supera cualquier discusión y sentimiento de desesperación, la paz de Dios está detrás de una puerta que únicamente se abre con la fe.
     Muchas noches he orado a Dios y le he pedido respuestas, pero solo él conoce sus tiempos y mientras espero hay una sola cosa que me hace levantarme y seguir con la batalla; la paz de que todo está bajo control. Todos los días me encuentro ante situaciones a mí alrededor, no precisamente mías, en donde ni siquiera puedo dar una solución o ayudar y siento una gran impotencia al no poder mover las manos, ante eso, pido paz; levanto mi bandera blanca para ayudarme al no poder ayudar y pienso en situaciones así, en donde todos y todo parece fallar, el único que no falla es Dios y una de sus eternas promesas, la promesa de paz.
         Una palabra tan bonita, relacionada con los simbolismos más puros de todos, como lo blanco, la nieve, una paloma, una bandera a mitad de un campo de guerra, una sonrisa después de una discusión, una respuesta en medio de una noche de tormenta, un abrazo y la presencia de Dios tocando nuestro corazón se transforma en un comodín que puedo utilizar en todo momento, porque no se trata de un vago sentimiento de alegría, o de consuelo, se trata de la paz, la paz del Señor prometida y dada a cada uno de nosotros, con el poder de superarnos completamente, aún nuestro minúsculo entendimiento.
            Y la siguiente vez que sintamos que no podemos más, que afuera el enemigo es más fuerte, que nuestra mente y boca son muy débiles o que nuestra angustia al no saber las respuestas a todo nos supere, podemos recordar que siempre tenemos con nosotros la paz del Señor.

Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.

Filipenses 4:

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